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SKU 9788482673998
Editorial Editorial Clie
Descripción

Detalles

Dice el propio Henry Law sobre su propósito al escribirlo:

«Descubrir a Cristo en el Pentateuco y testificar de ello a otros es mi pasión y mi deleite, no hay nada que me haga más feliz. Me mueve en ello mi lealtad incuestionable hacia aquel que es el Primero y el Último, la suma y la sustancia de toda la Escritura; y me impulsa y constriñe mi celo ferviente por las almas inmortales de los seres humanos. Estoy absolutamente persuadido de que toda la paz, toda alegría, y toda salvación, está única y exclusivamente en Jesús, y por ello mis ojos están abiertos a contemplarle, sabedor de que los seres humanos son bendecidos en la misma proporción en que viven mirando siempre a Cristo y escuchando su voz.

En consecuencia, todo esfuerzo de mi parte que sirva para realzar su imagen gloriosa vale la pena y es bienaventurada. Es mi deber, a la vez que mi deleite, utilizar mi vida y de manera especial mi pluma en magnificarle y exaltarle sólo a él, ayudando a otros a que le descubran y rogándoles que reflexionen, que le busquen que le reciban, que le amen, que le sigan y que le sirvan. Por tanto, con la ayuda del Espíritu ayuda, seguirle mientras pueda esforzándome en asaltar y conquistar corazones, para que Cristo sea entronizado en ellos con majestad, y reciba todo el honor le corresponde como amado y adorado Señor»
Opiniones
ISBN: 9788482673998
Evangelio en el Éxodo
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Precio regular: $9.99 

Special Price $8.49 

Dice el propio Henry Law sobre su propósito al escribirlo:

«Descubrir a Cristo en el Pentateuco y testificar de ello a otros es mi pasión y mi deleite, no hay nada que me haga más feliz. Me mueve en ello mi lealtad incuestionable hacia aquel que es el Primero y el Último, la suma y la sustancia de toda la Escritura; y me impulsa y constriñe mi celo ferviente por las almas inmortales de los seres humanos. Estoy absolutamente persuadido de que toda la paz, toda alegría, y toda salvación, está única y exclusivamente en Jesús, y por ello mis ojos están abiertos a contemplarle, sabedor de que los seres humanos son bendecidos en la misma proporción en que viven mirando siempre a Cristo y escuchando su voz.

En consecuencia, todo esfuerzo de mi parte que sirva para realzar su imagen gloriosa vale la pena y es bienaventurada. Es mi deber, a la vez que mi deleite, utilizar mi vida y de manera especial mi pluma en magnificarle y exaltarle sólo a él, ayudando a otros a que le descubran y rogándoles que reflexionen, que le busquen que le reciban, que le amen, que le sigan y que le sirvan. Por tanto, con la ayuda del Espíritu ayuda, seguirle mientras pueda esforzándome en asaltar y conquistar corazones, para que Cristo sea entronizado en ellos con majestad, y reciba todo el honor le corresponde como amado y adorado Señor»