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SKU 9788482674650
Páginas 800
Editorial Editorial Clie
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Existen muchos libros sobre ilustraciones, frases literarias, leyendas y citas. Algunos son tan sumamente partidistas que, más que ilustrar, llevan al lector a un terreno limitado de conceptos y opiniones sin permitir en ocasiones ver toda la anchura de la idea o la auténtica intención del autor del dicho, frase o anécdota. Por otra parte, carecen de un temario (al menos los que yo conozco) que permitan hallar la frase en el lugar adecuado. Con todo, supone comprender, que la aplicación de una anécdota, de una frase o de un cuento, donde realmente brilla es en el arte, en el gracejo y en la habilidad del orador. En todo caso lo que distingue este trabajo es la facilidad que ofrece su temario para hallar material adicional al discurso.

Este libro tiene la pretensión de que sea una herramienta útil para cualquier comunicador. Hombres y mujeres que se ven en la necesidad de tener un discurso fresco y lozano, al menos una vez cada semana (si son clérigos); hombres y mujeres, que en ocasiones transcurren años dirigiéndose a una misma audiencia. Esta realidad no ocurre en ningún otro oficio, ni en el campo estrictamente religioso, donde los oficiantes se limitan a repetir sus liturgias o letanías.

El predicador del Evangelio, no puede, no debe, constituirse en un mero repetidor de textos que en un esfuerzo de conjuntarlos bucea entre toda la Biblia y termina aplicándolos más por la similitud que por la lógica. La base de un sermón descansa en el texto o pasaje bíblico, la ilustración del mismo, puede muy bien (y ese sí que es un buen sistema), hacer referencia «a un hombre que salió a sembrar...» o «dos hombres que fueron al templo a orar...» Ambas circunstancias pertenecían a la vida cotidiana de su tiempo, no podían catalogarse de teológicas ni doctrinales y no obstante, su vigencia continúa cautivando a la humanidad desde hace un buen montón de siglos.

Muchas de las ilustraciones que se usan comúnmente en los púlpitos son realmente increíbles, por calificarlas caritativamente. Son conceptos sin sustancia, ideas muy subjetivas; fruto de materiales excesivamente partidistas. Es como esos sermones o bosquejos, que en vez de ser una ayuda a predicadores son un aditivo que les invita a la pereza mental y espiritual. Un predicador que se precie jamás usará un sermón escrito por otro, lo que sí hará enriqueciéndola, es apropiarse de una idea y lustrarla dándole una vida y tono personal.

Dice el autor:









Su estructura en forma de diccionario facilita encontrar la anécdota o refrán apropiado al tema. Trataré de nutrir cada parte y en ocasiones, algo de la propia cosecha, pues no en vano más de cuarenta años de ministerio dan para mucho. Pero eso sí, sin dogmatismo, exponiendo más que imponiendo, y dejando al lector en libertad plena para usar o remendar lo expuesto.

Este libro pretende ser una ayuda al lector que anhela superarse, al predicador que posee ingenio, fantasía, imaginación; al hombre que es creativo. Por esa razón, la anécdota, dentro de un amplio temario, debe ser enriquecida con la aportación del orador que la utiliza. Éste es ante todo un libro que contiene unos hechos o frases, para que el orador las aplique como mejor considere que debe hacerlo: es un libro para personas con un mínimo de preparación, con capacidad para destacar la punta del iceberg en ocasiones.









Este libro pretende ser una herramienta más en la exposición del discurso. Las ocasiones en las cuales muchas de estas ilustraciones fueron pronunciadas son historia. Es un deber que la frase nos lleve a buscar la biografía del personaje y el tiempo y la ocasión y, de esta manera, el dicho tendrá más fuerza.

Si no es necesario, si no refuerza, no citaré la fuente donde procede la anécdota, dicho o leyenda. Nadie puede por lo tanto reclamar eso que se llama los derechos de autor, porque muchos de los actores ya han muerto, y porque al igual que muchos pasajes y lugares, las frases o anécdotas célebres, son patrimonio de la Humanidad.

Hay otra parte importante, y es la que nos describe una palabra o frase bíblica que nos obliga a ir al Diccionario, y tal vez por ser un arcaísmo necesitaríamos un diccionario temático que no poseemos. Bueno es que en cada concepto, y en la medida que sea posible, subrayemos esto. Naturalmente, no hay que detenerse en lo que sabemos y está vigente, más bien, en aquellas cosas u oficios que ya no existen, como por ejemplo Pregonero. En este caso es importante, porque el oficio y lo que lo envuelve tiene mucho que ver con lo que nosotros denominamos pregón, que tiene tanto que ver con iglesia, como veremos en su momento.

Un pueblo que nos es muy a afín a la comunidad cristiana es el judío. Al final añadiremos un apéndice que nos define muchos conceptos que ellos han usado o usan en la actualidad y se refieren como es natural al aspecto religioso que es el que nos ocupa. Lamentablemente, hay quienes desconocen al judío actual y, al referirnos a ellos y a sus costumbres, usamos las de la Biblia, olvidándonos de que, por ejemplo, ya no existe el templo, o que la Pascua se denomina entre ellos hoy, el Seder.

También hay términos latinos que continúan en boga y cuyo significado es importante. En una palabra, este libro pretende ser una herramienta para el orador; el sabio uso de la misma depende de cada uno.

 

 

 





Opiniones
ISBN: 9788482674650
Diccionario de Anécdotas, Dichos, Ilustraciones, Locuciones y Refranes
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Existen muchos libros sobre ilustraciones, frases literarias, leyendas y citas. Algunos son tan sumamente partidistas que, más que ilustrar, llevan al lector a un terreno limitado de conceptos y opiniones sin permitir en ocasiones ver toda la anchura de la idea o la auténtica intención del autor del dicho, frase o anécdota. Por otra parte, carecen de un temario (al menos los que yo conozco) que permitan hallar la frase en el lugar adecuado. Con todo, supone comprender, que la aplicación de una anécdota, de una frase o de un cuento, donde realmente brilla es en el arte, en el gracejo y en la habilidad del orador. En todo caso lo que distingue este trabajo es la facilidad que ofrece su temario para hallar material adicional al discurso.

Este libro tiene la pretensión de que sea una herramienta útil para cualquier comunicador. Hombres y mujeres que se ven en la necesidad de tener un discurso fresco y lozano, al menos una vez cada semana (si son clérigos); hombres y mujeres, que en ocasiones transcurren años dirigiéndose a una misma audiencia. Esta realidad no ocurre en ningún otro oficio, ni en el campo estrictamente religioso, donde los oficiantes se limitan a repetir sus liturgias o letanías.

El predicador del Evangelio, no puede, no debe, constituirse en un mero repetidor de textos que en un esfuerzo de conjuntarlos bucea entre toda la Biblia y termina aplicándolos más por la similitud que por la lógica. La base de un sermón descansa en el texto o pasaje bíblico, la ilustración del mismo, puede muy bien (y ese sí que es un buen sistema), hacer referencia «a un hombre que salió a sembrar...» o «dos hombres que fueron al templo a orar...» Ambas circunstancias pertenecían a la vida cotidiana de su tiempo, no podían catalogarse de teológicas ni doctrinales y no obstante, su vigencia continúa cautivando a la humanidad desde hace un buen montón de siglos.

Muchas de las ilustraciones que se usan comúnmente en los púlpitos son realmente increíbles, por calificarlas caritativamente. Son conceptos sin sustancia, ideas muy subjetivas; fruto de materiales excesivamente partidistas. Es como esos sermones o bosquejos, que en vez de ser una ayuda a predicadores son un aditivo que les invita a la pereza mental y espiritual. Un predicador que se precie jamás usará un sermón escrito por otro, lo que sí hará enriqueciéndola, es apropiarse de una idea y lustrarla dándole una vida y tono personal.

Dice el autor:









Su estructura en forma de diccionario facilita encontrar la anécdota o refrán apropiado al tema. Trataré de nutrir cada parte y en ocasiones, algo de la propia cosecha, pues no en vano más de cuarenta años de ministerio dan para mucho. Pero eso sí, sin dogmatismo, exponiendo más que imponiendo, y dejando al lector en libertad plena para usar o remendar lo expuesto.

Este libro pretende ser una ayuda al lector que anhela superarse, al predicador que posee ingenio, fantasía, imaginación; al hombre que es creativo. Por esa razón, la anécdota, dentro de un amplio temario, debe ser enriquecida con la aportación del orador que la utiliza. Éste es ante todo un libro que contiene unos hechos o frases, para que el orador las aplique como mejor considere que debe hacerlo: es un libro para personas con un mínimo de preparación, con capacidad para destacar la punta del iceberg en ocasiones.









Este libro pretende ser una herramienta más en la exposición del discurso. Las ocasiones en las cuales muchas de estas ilustraciones fueron pronunciadas son historia. Es un deber que la frase nos lleve a buscar la biografía del personaje y el tiempo y la ocasión y, de esta manera, el dicho tendrá más fuerza.

Si no es necesario, si no refuerza, no citaré la fuente donde procede la anécdota, dicho o leyenda. Nadie puede por lo tanto reclamar eso que se llama los derechos de autor, porque muchos de los actores ya han muerto, y porque al igual que muchos pasajes y lugares, las frases o anécdotas célebres, son patrimonio de la Humanidad.

Hay otra parte importante, y es la que nos describe una palabra o frase bíblica que nos obliga a ir al Diccionario, y tal vez por ser un arcaísmo necesitaríamos un diccionario temático que no poseemos. Bueno es que en cada concepto, y en la medida que sea posible, subrayemos esto. Naturalmente, no hay que detenerse en lo que sabemos y está vigente, más bien, en aquellas cosas u oficios que ya no existen, como por ejemplo Pregonero. En este caso es importante, porque el oficio y lo que lo envuelve tiene mucho que ver con lo que nosotros denominamos pregón, que tiene tanto que ver con iglesia, como veremos en su momento.

Un pueblo que nos es muy a afín a la comunidad cristiana es el judío. Al final añadiremos un apéndice que nos define muchos conceptos que ellos han usado o usan en la actualidad y se refieren como es natural al aspecto religioso que es el que nos ocupa. Lamentablemente, hay quienes desconocen al judío actual y, al referirnos a ellos y a sus costumbres, usamos las de la Biblia, olvidándonos de que, por ejemplo, ya no existe el templo, o que la Pascua se denomina entre ellos hoy, el Seder.

También hay términos latinos que continúan en boga y cuyo significado es importante. En una palabra, este libro pretende ser una herramienta para el orador; el sabio uso de la misma depende de cada uno.